A rebufo de un reciente post de nuestro admirado Llosef en su imprescindible “La Décima Víctima”, sobre aquella extraña denominación de la recordadísima colección de terror de Martínez Roca (“Terror Actual”…¿?) me ha apetecido recuperar esta antología del maestro Leiber que, por supuesto, contaba en su portada con esta coletilla: “terror moderno por uno de los grandes maestros del género”. Lo de esa especie de etiqueta no sé si tendría algún sentido, pero lo de maestro del horror (y de la “sci-fi”, y de la fantasía, y de…) eso podemos asegurarlo leyendo cualquiera de sus obras. Y este “Nights Black Agents” no es una excepción, aunque estamos hablando del primerísimo libro de Leiber (1947) publicado además por la mítica Arkham House, que no necesita presentación. El título original de la obra es una referencia a “Macbeth”, por cierto.
Los relatos incluidos en “Espectros de la Noche” dejan a las claras que el terror de Fritz Leiber en efecto era moderno, pero en realidad más en el tono y en los conceptos que en las atmósferas. Que son una puesta al día del cuento de horror clásico está más que claro, pero no es nada que no estuviera haciendo ya Matheson en América, por citar a uno. Y sin embargo el tono de Leiber-y de toda esa maravillosa caterva de escritores ingleses de los 50,60 y 70 que llevaron el fantástico a sus más locos niveles de sordidez y excelencia (Moorcock, Lafferty, etc…)- es de una personalidad apabullante. A pesar de que algunos conceptos son clásicos (fantasmas vengativos, objetos inanimados poseídos, sueños que conectan con dimensiones paralelas), Leibersiempre encuentra la vuelta de tuerca. Sobre todo con su poderosa forma de describir los detalles y su prosa cuidadísima.
“Fantasma de Humo”, que abre la antología, es una alegoría siniestra que conecta con uno de los mayores miedos del hombre moderno. Es un relato similar a su archiconocido “La Chica de los Ojos Hambrientes” (una obra de arte que si no la habéis leído ya estáis tardando. Podéis encontrarla en el volumen “Vampiras” de Valdemar), en el sentido de que ambas historias tienen un profundo tema que no pasa de moda y en que se usa el evento vagamente sobrenatural para hablar de temores profundamente realistas. Es decir, que se inserta en la mejor tradición de la literatura de horror de todas las épocas. Sin embargo “La Colina y el Agujero”aun siendo también un cuento de fantasmas, sí juega mucho más con las convenciones más clásicas del género. En este caso los personajes están maravillosamente trazados, y el horror se hace poco a poco patente de forma tan sutil que no creo equivocarme si situó a este relato entre los más destacables (y terroríficos) del libro. Tradición y modernidad. Como decíamos, unas veces prima una por encima de la otra, pero en ambos caso la calidad es manifiesta.
En las inquietantes “El Sabueso” y “Diario en la Nieve” se deja notar una atmósfera metaficcional que eleva el alcance de dichas historias. Leiber reflexiona aquí sobre que es verdad y que es mentira, además de usar la literatura de horror como metáfora onírica. De hecho en “Diario en la Nieve” el protagonista es un escritor que se aísla en una cabaña para escribir una obra de ciencia-ficción y en la que a veces el sueño se confundirá con la realidad. La propia estructura del cuento como epistolar contribuirá a ello de forma soberbia. En “Los Sueños de Albert Moreland” también se deja notar esa desasosegante ignorancia sobre si lo que soñamos podría ser parte de una existencia paralela en la que nos enfrentamos a horrores macabros. ¿Vuelve la normalidad cuando abrimos los ojos? ¿Quizás esa vuelta a la supuesta realidad es una tregua mientras el otro mundo sigue esperando irrumpir en el que estamos ahora?
En definitiva, “Espectros de la Noche” nos retrotrae a una de las mejores épocas para el terror (moderno o de cualquier periodo), y nos permite tomarle el pulso a uno de los maestros del género en su salsa. Nunca lo suficientemente reivindicado.